29 de octubre de 2014

Las 10 cosas que deberías saber sobre el sexo

Erotic, de Maria Georgieva

1. El sexo es un proceso de combinación y mezcla de rasgos genéticos a menudo dando por resultado la especialización de organismos en variedades femenina y masculina (conocidas como sexos). La reproducción sexual implica la combinación de células especializadas llamadas gametos para formar hijos que heredan rasgos de ambos padres. Los gametos pueden ser idénticos en forma y función (isogametos), pero en algunos casos han evolucionado hacia una asimetría de tal manera que hay dos tipos de gametos específicos por sexo (heterogametos): los gametos masculinos son pequeños, móviles, y optimizados para el transporte de su información genética a cierta distancia; mientras que los gametos femeninos son grandes, no móviles y contienen los nutrientes necesarios para el desarrollo temprano del organismo joven.
La reproducción sexual alcanza tanto a los animales como a las plantas y a esos seres repugnantes, traicioneros e indescifrables que son los hongos.

2. Biológicamente, solo existen dos sexos en el universo conocido (femenino y masculino, macho y hembra). Los hermafroditas comparten ambos sexos en un individuo, y eventualmente hay especies de ranas en las que los miembros de un sexo pueden mutar al otro para mantener el balance de machos y hembras. Sexualidades, en cambio (y como demuestra la interminable sigla del colectivo LGBTQ) hay muchas más.

3. La tercera acepción de la palabra sexo en el Diccionario de la Real Academia Española la define como sinónimo de “órganos sexuales”.

4. Sigmund Freud postuló la existencia de una sexualidad infantil perversa polimorfa, en el sentido de que una gran variedad de objetos pueden ser una fuente de placer. Conforme las personas van desarrollándose, van fijándose sobre diferentes objetos específicos en distintas fases:
  • Fase oral, ejemplificada por el placer de los bebés en la lactancia.
  • Fase anal, ejemplificada por el placer de los niños al controlar sus esfínteres.
  • Fase fálica. Propuso entonces que llega un momento en que los niños pasan a una fase donde se fijan en el progenitor de sexo opuesto (complejo de Edipo) y desarrolló un modelo que explica la forma en que encaja este patrón en el desarrollo de la dinámica de la mente. Cada fase es una progresión hacia la madurez sexual, caracterizada por un fuerte yo, y la habilidad para retardar la necesidad de gratificaciones.
  • Período de latencia, período en que se desarrollan fuerzas psíquicas que inhiben el impulso sexual y reducen su dirección.
  • Fase genital, surge en la adolescencia cuando maduran los órganos genitales. Hay un surgimiento de los deseos sexuales y agresivos.

7 de octubre de 2014

La dimensión conocida

Estaba mirando viejos capítulos de The Twilight Zone ('La Dimensión Desconocida', que le decían por allá), y me encuentro con un personaje cuya definición me es muy familiar...

6 de octubre de 2014

La gallina y los huevos de (azul y) oro

El autor (der.), en su tierna infancia, con una camiseta de River.

No sé. Capaz que es porque me estoy haciendo viejo. O gagá. O qué sé yo. Pero ayer fue la primera vez en mucho tiempo que vi un Superclásico sin el odio típico al rival. Quería que ganara Boca, por supuesto, pero no quería "matar a todas las gallinas".

Putié al referí, es cierto. No era penal ni expulsión de Gago. Y me cagué en el cambio de Gallardo y su acertada estrategia para alcanzar el empate. Pero todo dentro de los límites de un partido de fútbol que querés ganar. Y punto.

Por ahí es que me estoy amanerando. Prefiero un duelo simpático, folclórico, donde cada uno saca sus armas (el supuesto buen juego de River, los supuestos huevos xeneizes) y la cosa termina en cargada graciosa entre amigos (viejos amigos), de esos que se eternizan en discusiones ingeniosas que no aspiran a ganar jamás, y que tienen su gracia precisamente en ese inconcluso desenlace salpicado de triunfos pasajeros y derrotas efímeras. Como en el 'foro u oferta' de los festejos leoneses, donde nadie gana o pierde nunca realmente, y todos se vuelven a casa convencidos de que tienen la razón (si Boca perdía, siempre nos quedaba el refugio de no habernos ido a la "B", de las Libertadores y las Intercontinentales; si River perdía, siempre podían refregarnos la punta y el anterior campeonato y sus no sé cuántos títulos nacionales de más).

Por ahí es que me acordé de todos los amigos y parientes gallinas que tengo repartidos por el universo (en especial mi abuelo, por quien vestí una camiseta de River cuando era chiquito, aunque yo continuaba insistiendo en que era hincha de Boca), gente que me cae bien y que es mucho más que un hincha de River.

O por ahí es que, después de la final del Mundial, empecé a entender que el fútbol es como la vida, pero que la vida es algo más que fútbol.

(¿Es grave, doctor?).