6 de agosto de 2014

Los nietos desaparecidos me importan un quinoto


El nieto de Estela de Carlotto me importa un bledo. Estela de Carlotto me importa un pepino. Los nietos desaparecidos y las Abuelas de Plaza de Mayo me dan igual.

Dicho así, hoy, el asunto suena feo. Suena a buscarroñas o a contrera; o a insensible o a desmemoriado.

Pero no. Se trata de formular de manera grotesca, absurda, exagerada, lo que en realidad ocurre todo el tiempo.

A diario desaparecen y han desaparecido muchos nietos de abuelas desesperadas que nos importan un pimiento. Nos da igual si están vivos o muertos, cómo se llaman, qué habrá sido de sus vidas, por qué se esfumaron. Puede ser un sirio entre los escombros de una bomba o un pibe raptado en los alrededores de la estación de trenes de Constitución; puede ser un ruso arrancado a sus padres desertores durante la época de la URSS o un mexicano secuestrado por una psicópata estéril en algún lugar del medio-oeste de EEUU; puede ser un niño reclutado como soldado en algún conflicto absurdo del África Central o un indonesio ahogado cuando su embarcación intentaba llegar clandestinamente a las costas de Australia.