El nieto de Estela de Carlotto me importa un bledo. Estela
de Carlotto me importa un pepino. Los nietos desaparecidos y las Abuelas de
Plaza de Mayo me dan igual.
Dicho así, hoy, el asunto suena feo. Suena a buscarroñas o a
contrera; o a insensible o a desmemoriado.
Pero no. Se trata de formular de manera grotesca, absurda,
exagerada, lo que en realidad ocurre todo el tiempo.
A diario desaparecen y han desaparecido muchos nietos de abuelas
desesperadas que nos importan un pimiento. Nos da igual si están vivos o
muertos, cómo se llaman, qué habrá sido de sus vidas, por qué se esfumaron. Puede
ser un sirio entre los escombros de una bomba o un pibe raptado en los
alrededores de la estación de trenes de Constitución; puede ser un ruso
arrancado a sus padres desertores durante la época de la URSS o un mexicano
secuestrado por una psicópata estéril en algún lugar del medio-oeste de EEUU; puede
ser un niño reclutado como soldado en algún conflicto absurdo del África
Central o un indonesio ahogado cuando su embarcación intentaba llegar
clandestinamente a las costas de Australia.